Smart Cities: La transformación digital de las ciudades

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Smart Cities: La transformación digital de las ciudades

Desde los años 90, el impulso de la tecnología ha facilitado y abierto nuevos horizontes sobre las ciudades. Las Smart cities están íntimamente relacionadas con el uso de las tecnologías y las poderosas armas que nos ofrece. La población mundial aumenta cada año y los recursos son limitados. No queda otra más que reinventar la forma en la que vivimos.

Cada día más de 180.000 personas se trasladan a una ciudad para vivir. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) prevé que en 2050 la población mundial ascenderá a 9.000 millones de habitantes, de los cuales el 70% vivirá en centros urbanos. Teniendo en cuenta que las metrópolis consumen ya más del 75% de la producción de energía mundial y generan el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), muchas urbes han apostado por reciclarse para solucionar los grandes desafíos globales: aumento de la población, polución, falta de recursos, gestión del agua o eficiencia energética.

Y lo han hecho convirtiéndose en smart cities o ciudades 4.0: se han apoyado en las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y el big data para gestionar de forma eficaz y sostenible desde el funcionamiento del transporte hasta el uso de los recursos energéticos o hídricos, los espacios públicos o la comunicación. El objetivo: disminuir el consumo energético, reducir las emisiones de CO2 y aumentar el bienestar.

¿Qué es exactamente una smart city?

En esencia, es una ciudad inteligente que combina tecnología con información para mejorar la calidad de vida, reducir los costos de energía y el impacto ambiental en el planeta.

¿Por qué son necesarias?

Más de la mitad de la población mundial vive en ciudades y, según el pronóstico de la ONU el 70% de los seres humanos vivirá en centros urbanos para 2050, advirtiendo que “el aumento de la población puede ser un problema real a menos que se mantenga la armonía entre los aspectos espaciales, sociales y ambientales, así como entre sus habitantes.

Las smart cities son la evolución natural a la par que nuestros dispositivos comienzan a ser más inteligentes, algo que inevitablemente conduce a ciudad inteligente: una ciudad entera que usa productos electrónicos para mantener la zona funcionando con alta o máxima eficiencia.

¿Sus ventajas?

Mejoran la planificación urbana y el medio ambiente. Más y mejores zonas verdes o áreas periféricas; se reducen los gastos que puede conllevar una propiedad, electricidad, comunidad…

Algunos de sus puntos fuertes serían una buena iluminación regulada para reducir el gasto de energía, tarjetas inteligentes para ciudadanos, como identificaciones de salud, tarjetas de transporte…, vehículos que se estacionan solos capaces de encontrar estacionamientos gratuitos, sistemas de movilidad basados en bicicletas compartidas, una gran variedad de aplicaciones para interactuar con la ciudad, suministro inteligente de agua, gestión inteligente de la energía y gestión de residuos mucho más eficiente, entre otras cosas.

¿Qué beneficios económicos pueden aportar a la sociedad?

La automatización hace ahorrar costes. El objetivo detrás de la automatización es disminuir el compromiso humano en una tarea específica, reduciendo así tanto su coste como los errores. Simplemente automatizando ciertos recursos de la ciudad, como agua o electricidad utilizando IoT, ya supone un gran paso.

Aumentar la eficiencia puede parecer una tarea titánica, pero, se traduce en reducir las pérdidas. Para eso trabajan los sensores de las ciudades inteligentes y, a diferencia de los humanos, no requieren de ningún descanso.

Pueden trabajar las 24 x 7 x 365, monitoreando, recolectando datos y comunicándose con otro sistema para garantizar que los recursos se usen sin pérdidas, lo que brinda un mayor eficiencia a nivel global.

Así, ciudades bien planificadas, compactas y conectadas pueden aumentar la productividad y aumentar la competitividad de una ciudad; mejorar la habitabilidad al proporcionar acceso a tierra, vivienda, transporte y servicios; y proteger el medio ambiente.

La evidencia global muestra que si se administran bien, las ciudades pueden estimular el desarrollo económico al impulsar incentivos para la inversión mediante una mayor densidad económica para apoyar a empresas y para conectar de manera más eficiente a los trabajadores con empleos y oportunidades.

Por Sarah Romero. Periodista de ciencia y tecnología

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