Venezuela: La falacia del populismo

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Venezuela: La falacia del populismo

No hay lugar a dudas de que Nicolás Maduro es un dictador. Y en las dictaduras los militares desertan, no se sublevan. En esta nueva edición de La Buena Vida te contamos sobre el panorama general que se vive en el país sudamericano.

La rebelión en Venezuela muestra una cosa bastante clara pese a lo confuso de la situación y prueba otra. Muestra que los militares, la mayoría, siguen con Maduro. Y prueba que en los regímenes totalitarios como los de Cuba o Venezuela los militares, la minoría, desertan, no se sublevan.

¿Cuántas veces los militares se sublevaron en Cuba en 60 años?

Ninguna. El de Maduro no es un populismo de izquierda: es un régimen totalitario, una dictadura. En los regímenes totalitarios no hay elecciones o hay simulacro de elecciones. Pasa en Venezuela. Con la venia de una Corte de jueces declaradamente chavistas, Maduro amañó el proceso electoral impidiendo de cualquier modo la presencia opositora. La oposición está presa o proscripta y ahora rebelándose abiertamente.

Queda la escenografía para que se siga hablando de democracia. Las elecciones son para eso: para que Maduro pueda decir, como dijo frente a una muchedumbre de uniformes, que en Venezuela hay democracia. No hay democracia.

Está a los ojos de quien quiera mirar. Y como no hay elecciones, a Maduro no le importa el costo político que deba pagar por la reacción popular ante la miseria y el caos social. Faltan alimentos y medicamentos y sobra violencia. La economía está destruida y el país al borde del abismo.

Socialismo o muerte

La pelea de la gente de todos los días es por la subsistencia. O por irse. Pero la bronca que moviliza a decenas de miles de venezolanos no divide a las Fuerzas Armadas porque las Fuerzas Armadas ahora son del partido, no de la Patria. Como Cuba, Venezuela cambió la fórmula de lealtad militar. Era Patria o Muerte. Es Socialismo o Muerte.

La rebelión también mostró o volvió a mostrar que Guaidó tiene agallas y que es líder y que lo siguen. Quiso mostrar militares apoyándolo, como los de una base aérea y sonó a imágenes para la tevé, inconvincentes de apoyo real. Quizás apostó a que se levantarían por la presencia masiva de militantes en la calle.

Hay militares disconformes que no llegan al grado de coronel. En todo caso son oficiales sueltos. Y hay oficiales de alto rango, como el jefe de la AFI venezolana, el general Manuel Higuera, que se dio a la fuga. Pero no están para tomar cuarteles. Nada que amenace con el desmoronamiento del régimen.

Ha disminuido la fuerza del activismo opositor. Maduro ha disparado el mayor éxodo de la región, cercano a unos impresionantes cuatro millones, casi un 10% de la población. Quedan otros muchos que no se van no porque no quieren sino porque no pueden.

Pasó por alto ese dato Nicolás Maduro cuando dijo que sufrió un intento de golpe de Estado y que el pueblo está con él. Es solamente pura hipocresía sin límites: colecciona muertos por cientos y heridos por miles en oscurísimas operaciones policiales y paramilitares que las tanquetas atropellando el martes a manifestantes resumen sin necesidad de cifras.

La brutalidad se vio en todo el mundo. Ayer hubo otros dos muertos. También es evidente el aislamiento entre los países de la región con vocación de consolidar sus democracias. Algunos yendo mejor o bien y otros en vaivén.

Proclamándose antiimperialista, Maduro se recostó a la sombra de Rusia y también en China que son su Fondo Monetario a cambio directo de venderles empresas. Rusia es el segundo acreedor del país después de China. Y envió hace unas semanas al menos un centenar de soldados, luego de que en diciembre mandara dos cazas con capacidad nuclear.

El socialismo siglo XXI es cada vez más un Estado fascista, corrupto y policial. Para muchos fue una esperanza. Hoy es una dictadura militar como las que conocimos aunque de color diferente. en la Argentina hubo quienes fueron a sostenerla atacando con violencia a inmigrantes venezolanos que fueron a protestar en la Embajada. ¿Qué es lo que no quieren ver?

Por Ricardo Roa. Periodista del Diario Clarín de Argentina

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