La aspirina (ácido acetilsalicílico) es un fármaco analgésico, antifebril y antiinflamatorio. Es un medicamento mágico que se usa también en una dosis baja como anticoagulante para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Esto se debe a que la aspirina inhibe la formación de coágulos sanguíneos que pueden obstruir las arterias. Pero también tiene un lado oscuro, su uso prolongado puede provocar hemorragias internas y daños en los órganos. Por desgracia, aún no existen fármacos más seguros. Por eso urge encontrar nuevos antiinflamatorios eficaces y seguros, con menos efectos secundarios.
Efectos hallados
En esa búsqueda, el investigador Subhrangshu Mandal y sus colegas han sometido a la aspirina a una inspección más minuciosa. “Hemos intentado comprender el mecanismo de acción de la aspirina y averiguar cómo es que reduce la inflamación y el dolor y diluye la sangre”, afirma. Lo que sabemos hasta ahora es que la aspirina inhibe la enzima ciclooxigenasa (COX para abreviar).
Es una enzima con un rol clave en las respuestas inflamatorias, explica Mandal. Pero no es la única diana de la aspirina. Quizás haya otras que aún no hayamos descubierto. En un nuevo estudio, Mandal y sus colegas se lanzan a la caza de estas dianas aún desconocidas, en un intento de saber más sobre su mecanismo acción.
La búsqueda dió sus frutos y ahora tenemos una idea mucho más clara de cómo ataca el analgésico a las infecciones. El proceso es un poco complicado. Pero así está la cosa: “nuestro estudio demuestra que la aspirina reduce la inflamación, entre otras cosas, disminuyendo el nivel de citoquinas nocivas”, explica el investigador.
Las llamadas citocinas
Las citoquinas son pequeñas proteínas que pueden producir muchos tipos de células implicadas en la inflamación. La red de citocinas se compone de citocinas proinflamatorias, que promueven la inflamación, y de citocinas antiinflamatorias, que la inhiben. Durante las infecciones bacterianas, aumenta la producción de citocinas.
Al producirse una infección, nuestras células inmunitarias se activan, lo que a su vez desencadena la producción de diversas citocinas y moléculas inflamatorias que, en última instancia, nos ayudan a combatir las infecciones. La aspirina no solo regula la producción de citocinas, también afecta a muchas otras proteínas y ARN no codificantes relacionados con la inflamación y la respuesta inmunitaria.
Descomposición del triptófano
En resumen, la aspirina combate la inflamación eliminando las citoquinas proinflamatorias perjudiciales. Pero también descubrimos que ralentiza la descomposición del triptófano (un aminoácido) en cinurenina. Lo hace inhibiendo ciertas enzimas conocidas como IDO1. El metabolismo del triptófano desempeña un papel fundamental en la inflamación y la respuesta inmunitaria. La inflamación induce la expresión de IDO1 y convierte el triptófano en cinurenina. Pero ahora hemos descubierto que la aspirina regula a la baja la expresión de IDO1 y la producción de kinurenina asociada durante la inflamación. Dado que la aspirina es un inhibidor de la COX, esto sugiere una posible interacción entre la COX y la IDO1 durante la inflamación.
Dicho todo esto, Mandal aconseja precaución con la aspirina. Conozca los beneficios y los riesgos. Además, consulte siempre a un médico antes de tomar el fármaco de forma crónica o a largo plazo.
Inmunoterapia contra el cáncer
Pero los hallazgos no solo allanan el camino hacia fármacos con menos efectos secundarios. Por ejemplo, los resultados también pueden tener implicaciones para mejorar la inmunoterapia contra el cáncer. “IDO1 es una diana importante para la inmunoterapia, un tratamiento que ayuda al sistema inmunitario del organismo a detectar y destruir las células cancerosas”, explica Mandal. “Como ahora hemos descubierto una posible interacción entre la COX y la IDO1, podría ser que los inhibidores de la COX (como la aspirina) fueran fármacos potenciales para la inmunoterapia y el cáncer”.
Mandal y su equipo están creando ahora pequeñas moléculas que modulan la interacción entre la COX y la IDO1 para estudiar hasta qué punto estas moléculas pueden usarse como fármacos antiinflamatorios y agentes inmunoterapéuticos. “Además de investigar a fondo la biología de la inflamación, sueño con desarrollar nuevos fármacos y tratamientos eficaces para enfermedades crónicas e inflamatorias en humanos”, adelanta Mandal. “Espero que nuestro proyecto produzca nuevos fármacos para tratar enfermedades inflamatorias y metabólicas, además de ayudar a mejorar la inmunoterapia”.
Por Amina Jover. Periodista del diario Quo