
En cada país hay ritos, música, preparativos, ornamentas y costumbres distintas; por eso, un repaso por la historia nos ofrece una panorámica más abierta sobre el sentido de esta celebración y, a su vez, nos permite conocer la evolución que ha tenido en diferentes países desde sus orígenes, cuando su significado era estrictamente religioso.
Aunque en la mayoría de los países de América y Europa la Navidad suele celebrarse con cenas familiares, árboles decorados e intercambios de regalos, existen países en el mundo donde esta fecha se celebra de una forma totalmente diferente.
Desde picnics en la playa hasta la quema de una cabra gigante, estos países han adaptado las celebraciones navideñas a sus costumbres locales, al grado de convertir la Navidad en una festividad única. A continuación, compartimos cómo se celebra la Navidad en otros países del mundo.
Australia: de Navidad en pleno verano
Con una temperatura entre los 25 y 38 grados, las familias prefieren realizar la comida navideña en las playas, principalmente la más famosa de Sydney: Bondi. También les gustan los cantos, por lo que se reúnen a cantar “villancicos a la luz de las velas”. El personaje San Nicolás es llamado Swag Man, quien visita a los niños para darles obsequios -en la playa puede llegar surfeando-.
Italia: lentejas por uvas
En Nochebuena, las familias se reúnen para la cenone (la gran cena), cuyo menú está compuesto, según las zonas, de pasta rellena cocida en caldo de capón, espaguetis con almejas, anguilas, verduras y turrón. Esa misma noche los niños, reciben la visita de Papá Noel. En la Nochevieja, las lentejas sustituyen a las uvas para atraer la buena suerte en el nuevo año. Otra tradición muy popular y que, dicen, depara buena fortuna es la de regalar lencería roja. Muy arraigada está también la costumbre -entre romanos y napolitanos, especialmente- de arrojar los trastos viejos por la ventana como símbolo de un pasado finito.
Argentina: en verano navideño
En plenas vacaciones veraniegas, la Navidad Argentina es muy alegre, aunque el calor puede presentar en el termómetro hasta los 40 grados centígrados. El arbolito de Navidad –generalmente de plástico y alambre—se coloca en el hogar el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, y la noche del 24 la familia se reúne a celebrar con una cena fresca a base de verduras y un asado, además de cerveza o sidra, para terminar con un sabroso pan dulce navideño, tradicional en este país, o un rico helado.
Alemania: un brindis por San Silvestre
Los niños alemanes reciben la llegada de un madrugador San Nicolás la noche del 5 al 6 de diciembre. Pero, no es hasta el día 24, tras encender las luces del árbol y cantar los villancicos, cuando dichos presentes son abiertos. Las casas se engalanan con ramas de Santa Bárbara, musgo y nueces pintadas, y las mesas se llenan de gansos rellenos de manzanas, carne de cerdo asada y ron.
Brasil: al ritmo de las olas en Copacabana
A pesar de que en Brasil se ha tratado de crear un Santa Claus propio, incluso de tez oscura, el Santa tradicional (Papai Noel) llegó para quedarse. La Misa de Gallo, rica en alimentos tradicionales, se celebra con música y regalos; a la media noche, las luces multicolor de los fuegos artificiales, son lanzadas al cielo enmarcadas con el árbol más grande del mundo en Río de Janeiro. también se celebra a Yemanjá (divinidad femenina del mar de origen africano), en la que las gentes se reúnen en las playas, principalmente en Porto Alegre, Bahía o Río de Janeiro, para venerarla.
Rusia: Matriuskas para los más pequeños
La torre Kremlin anuncia la fiesta rusa, la Plaza roja se llena de visitantes que se dan cita para patinar, y el abeto siberiano es el principal símbolo, alrededor del cual se realizan las fiestas públicas. Dez Moroz es el Santa Claus ruso, y tiene una hija Snegurochka, ambos parte de la tradición navideña de aquél país. La iglesia cristiana celebra la noche del 24 de diciembre, la ortodoxa lo hace con el calendario juliano, la noche del 6 de enero. Sin embargo, la tradición occidental ha permeado este frío país y, enmarcadas de guirnaldas y abetos, las fiestas comienzan desde diciembre, terminando en enero. Es la temporada más esperada por los rusos.
México: las Posadas y la Misa del Gallo
Aquí, los festejos navideños comienzan el 16 de diciembre con las Posadas (representación de la penuria que pasaron José y María para encontrar posada en su viaje a Belén). Durante nueve días, hasta Nochebuena, las familias más proclives a respetar la tradición navideña se turnan cada noche y celebran una posada en su casa. Tras la representación, comienza la fiesta, en la que los niños rompen una Piñata que representa a Satanás, llena de naranjas, mandarinas, caña de azúcar y maní. El día de Nochebuena, la tradicional cena se celebra pasada la medianoche tras la misa. Este servicio litúrgico, la Misa del Gallo, se celebra también la última noche del año, cuando es costumbre barrer la casa para que la suerte entre limpia.
Japón: se limpian las casas
Al llegar diciembre, los japoneses se apresuran a saldar cuentas, a limpiar sus casas y renovar el vestuario, como símbolo de la entrada del nuevo año. El día 31 de diciembre, se celebra el Omisoka o Gran Día Final del año. La tradición ordena que durante dicha jornada se realice una limpieza especial de la casa para, después, pasar a degustar con toda la familia las tradicionales tazas de fideos, símbolo de longevidad. Cuando el repique de las campanas de los templos señalan el inicio del nuevo año, los japoneses, visitan el santuario sintoísta más cercano. Las celebraciones concluyen hacia el 4 de enero.
Estados Unidos: desfiles en la Gran Manzana
Nueva York se ilumina para recibir la Navidad, especialmente el centro de Manhattan, con sus enormes árboles de Navidad del Rockefeller Center, el de Chanel Garden y sus espectáculos navideños del gran teatro neoyorquino Radio City Music Hall, y de todo Broadway.
La celebración judía
La llaman Janucá. Con esta fiesta los judíos conmemoran la purificación del Templo de Jerusalén en el año 165 a.c., tras la revuelta de los Macabeos contra el monarca seleúcida Antíoco Epifanes, que, siguiendo la tradición helenística de su dinastía, había implantando el culto a Zeus a fin de que los bíblicos israelitas asimilasen esa cultura. La Navidad cristiana y la Janucá hebrea tienen muy poco que ver en su fondo, pero mucho que ver en la forma de celebración. Si bien sus significados y sus orígenes son muy distintos, ambas festividades tienen en común, entre otros aspectos, la época en que se celebran, los ocho días de duración de la festividad hebrea y los ocho días de distancia entre la Navidad y el Año Nuevo cristiano, el carácter familiar y hogareño, los regalos para los más pequeños, la obligación de mostrar el símbolo de la festividad en lugar visible para todos y, por sobre todos los detalles, la importancia otorgada al elemento de la luz.
Por Cristina Torres. Periodista