Durante muchos años se ha culpado a la Luna llena de todo, desde la locura hasta los incrementos de crímenes y embarazos. Pero ¿podría ser también responsable de que algunas personas no puedan conciliar el sueño? ¿Hay evidencia científica que respalde esta sospecha?
Lo que el título dice le ocurre a mucha gente. Un estudio de la Universidad de Washington ha comprobado que el ritmo del sueño está sincronizado con el ciclo lunar, independientemente del origen étnico y sociocultural, y del nivel de urbanización de una población. El estudio se ha publicado en la revista Science Advances.
Según los investigadores, el momento y la duración del sueño han evolucionado a lo largo de la historia a través de los cambios en la organización social y las necesidades de la subsistencia. Los cazadores recolectores nómadas programaban el inicio del sueño después del anochecer ya que los humanos tienen una visión limitada en entornos poco iluminados.
¿Qué tiene que ver la luna con todo esto?
Antes de que hubiera la luz artificial, la luz de la Luna era la única fuente disponible para iluminar la actividad nocturna de los seres humanos. La luna es tan brillante que es razonable imaginar que, en ausencia de otras fuentes de luz, nuestro satélite habría tenido un rol clave en la actividad nocturna y el sueño de los humanos.
El establecimiento de las sociedades industriales, con una amplia disponibilidad de fuentes de luz artificial, permitió a los seres humanos acomodar sus patrones de sueño, creando entornos bien iluminados u oscurecidos que aíslan de los ciclos naturales.
Estos entornos también alteran el reloj interno del cerebro. Este reloj controla todos los ciclos biológicos y, por lo tanto, según el entorno que nos rodee, puede generar un retraso en el inicio del sueño y una menor duración de este, según un estudio financiado por la Fundación Nacional de la Ciencia de EE UU.
Así influye la Luna en la duración del sueño
El ciclo lunar hace referencia a los 29,5 días que tarda la Luna en orbitar la Tierra. Este tiempo es equivalente a un mes lunar. Los investigadores de la Universidad de Washington utilizaron medidores de muñeca para comprobar si había sincronización entre el ciclo lunar y las horas de sueño.
Para contrastar los datos, se sometieron a la prueba 98 habitantes de las comunidades indígenas Toba/Qom en Argentina. Entre los participantes había quienes tenían acceso a la electricidad y quienes vivían sin acceso a ella. Por otro lado, también participaron 464 estudiantes de un entorno altamente urbanizado como es la ciudad de Seattle, en Washington, EE.UU.
Los resultados revelaron que, en general, en los tres colectivos, los individuos se acostaron más tarde y durmieron menos en los días previos a la Luna llena.
Comparando las diferentes comunidades, la duración del sueño total variaba a lo largo del ciclo lunar en una media de 50 a 60 minutos. En cuanto a la hora de acostarse, difería en unos 30 minutos.
Según el estudio, esto se debería a que los días previos a la Luna llena su luz está disponible durante las primeras horas de la noche, en comparación con los días posteriores, en que la Luna sale más tarde.
Además se señala que falta averiguar la influencia de la gravedad, un indicador más fiable de la fase lunar, lo que podría tener un efecto específico según la hora del día en nuestro querido y dulce sueño.
Así ha cambiado el sueño a lo largo de la historia
Los científicos consideran que los patrones de sueño de los humanos han cambiado a medida que se ha ido desarrollando una mayor inteligencia, una teoría que se explica en artículo de la Universidad Estatal de Arizona.
Nuestros antepasados más antiguos dormían en ramas u otros lugares improvisados. Esto impedía que su descanso durase muchas horas por el peligro de ser atacados por depredadores.
Con el tiempo, los homínidos empezaron a dormir en lugares más protegidos y estables, como en el suelo de las cuevas, y esto les permitió disfrutar de un sueño más profundo y prolongado. A su vez, la mayor duración y calidad del sueño permitió el desarrollo de una mayor inteligencia.
En un estudio de la Universidad de Toronto se sugirió que los primeros Homo tuvieron la oportunidad de manipular sus entornos, por lo que podrían haber mejorado significativamente su calidad del sueño. También concluyeron que el control del entorno del sueño habría sido esencial para la migración a latitudes más frías fuera del África ecuatorial.
Por Victoria González. Bióloga y periodista científica